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Version française de cette page : Quel avenir pour la majorité des agriculteurs : emboiter le pas au modèle agroindustriel ou disparaître? (Ed. # 37)
En todo el mundo, los pequeños y medianos agricultores están siendo atacados por una serie de políticas (tierra, agricultura, comercio, economía …) que les despojan, les marginan y les obligan a abandonar sus actividades, a veces por la fuerza. En Argelia, las políticas agrícolas recientes se basan en una « agricultura sin agricultores »; en Madagascar, el gobierno favorece el establecimiento de empresas mineras en detrimento de las poblaciones rurales y campesinas y su medio ambiente; en Andalucía, el modelo de producción intensiva de hortalizas obliga a los agricultores a someterse al sistema bancario y a entrar en el círculo vicioso de la hiper-tecnologización de sus cultivos si quieren « sobrevivir », incitándoles así a explotar una mano de obra inmigrante y precaria.
En Francia, la sobreproducción de normas y la presión administrativa que a veces provoca son parte del proceso de expulsión de pequeños y medianos agricultores en curso en el campo francés. A este respecto, cabe mencionar el caso de Jérôme Laronze, agricultor de Saône-et-Loire, que, al negarse a cumplir las prescripciones normativas veterinarias y sanitarias, caído bajo las balas de los gendarmes el 20 de mayo de 2017. Frente a la creciente ultra-regulación de la agricultura, Jérôme Laronze se negaba a someter su cría de ganado a las numerosas normas veterinarias y no estaba « al día » en el seguimiento de su ganado. Por lo tanto, estaba en la mira de los servicios administrativos que hacían controles regulares en su granja. Así, Jérôme ya no tenía el derecho de vender sus vacas desde 2015 y había recibido una condena penal « por oposición al control y maltrato animal. " (Ver : reporterre.net/Un-paysan-a-…).
Cabe destacar aquí que las normas sanitarias y veterinarias, que han aumentado constantemente en las últimas décadas, son en su mayoría promulgadas por y para las agroindustrias y por lo tanto se corresponden lo más posible con los procesos de producción de la industria agroalimentaria. Inadaptadas a las condiciones de producción de las pequeñas y medianas explotaciones agrícolas, las normas establecidas penalizan a las agriculturas familiares poniéndolas fuera del juego. Además, estas normas, lejos de frenar los escándalos ambientales y sanitarios, no impiden que persista el sistema productivista, origen de la destrucción de nuestros entornos.
Las presiones de la administración sufridas por Jerôme no son, por desgracia, un caso aislado. En un contexto de creciente precariedad de la actividad agrícola, los controles administrativos recurrentes son parte de la difícil situación de muchos agricultores -empujando a un gran número de ellos al suicidio- estigmatizándolos, infantilizándolos e infundiéndoles un tenaz sentimiento de « hacer mal las cosas ». Durante la última inspección en la finca de Jérôme, los agentes de la administración se habían trasladado acompañados de gendarmes armados. Sorprendido, Jerôme Laronze había huido y, después de una huida de diez días, fue asesinado por balas en un camino de la comuna de Sailly. Esta tragedia no debe ser tratada como un simple suceso, pues muestra claramente el terrible cerco en el que se encuentra hoy la gran mayoría de los agricultores, en Francia y en otros lugares : seguir el modelo agroindustrial o desaparecer.