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Curso en linea de AGTER, la INTERNATIONAL LAND COALITION (ILC), el CERAI (España) y UCA-Nitlapan (Nicaragua). Septiembre - Octubre 2020
Date de rédaction :
Organismes : Association pour contribuer à l’Amélioration de la Gouvernance de la Terre, de l’Eau et des Ressources naturelles (AGTER), International Land Coalition (ILC), Centro de Estudios Rurales y de Agricultura Internacional (CERAI), Universidad Centroamericana UCA de Nicaragua (UCA)
Type de document : Document de travail
El texto completo del curso es un documento de 211 páginas, dividido en 3 partes a las cuales los participantes tienen acceso en la plataforma Moodle de AGTER antes de cada semana.
Para dar una idea de lo que se pone a discusión durante el curso, retomamos aqui una síntesis de las principales enseñanzas.
Semana 1. Lo que hay que recordar…
Hemos aprendido durante la primera semana que:
El término « acaparamiento de tierras » puede abarcar situaciones muy diversas, aunque los medios de comunicación lo identifiquen principalmente a las adquisiciones de enormes superficies por parte de empresas multinacionales
Los acaparamientos de tierras guardan relación con la generalización de la propiedad privada de la tierra que, a su vez, está relacionada con el desarrollo de la economía de mercado capitalista. Estos procesos conducen a excluir del acceso a la tierra a una parte cada vez más importante de la población.
Vimos que las situaciones de fuerte exclusión de la población del acceso a la tierra no se limitan a regiones en las cuales se producen acaparamientos de parcelas de gran extensión.
El fenómeno de acaparamiento de tierras se ha acelerado recientemente bajo los efectos combinados de varias crisis: la crisis financiera, el aumento de los precios de los alimentos (y el aumento de la demanda de agrocombustibles). Puede decirse que se trata de un fenómeno antiguo que toma nuevas formas desde 2007-2008.
En todos los casos, dicho fenómeno puede definirse como un proceso por el cual ciertos grupos sociales quedan excluidos del acceso a la tierra, y por lo tanto de su medio de vida, en beneficio de un número limitado de individuos o empresas.
El acaparamiento de tierras no solo afecta a los países en desarrollo, sino que también afecta a países dichos “desarrollados”: en Europa, especialmente al este, en formas similares a las que se pueden observar en los países del Sur; en América del Norte y en Europa Occidental con el aumento creciente del tamaño de las unidades de producción y la polarización de estructuras agrarias.
El acaparamiento de tierras es a veces la fuente de conflictos visibles, pero con mayor frecuencia alimenta conflictos latentes, creando situaciones de violencia estructural, que no se expresan necesariamente en la destrucción física o humana y que no necesariamente dan lugar a revueltas o resistencias abiertas.
Al abordar el acaparamiento de tierras principalmente partiendo de las situaciones más recientes y espectaculares y solo en los países del Sur, estamos muy lejos de sopesar los fenómenos en progreso y corremos el riesgo de no proporcionar las respuestas que serían necesarias.
Ahora necesitamos profundizar el análisis desde esta perspectiva. Este será el tema de la semana 2, antes de abordar las herramientas que permitirían contrarrestar el desarrollo de las desigualdades de acceso a la tierra y los recursos, si es negativo, incluso peligroso para la humanidad (semana 3).
Semana 2. Lo que hay que recordar…
En esta segunda semana del curso, y gracias al análisis de los actores, sus discursos y los medios que disponen, hemos puesto en evidencia el desequilibrio en las fuerzas y las relaciones de poder en el que se apoyan todas las situaciones de acaparamiento de tierras. En estas situaciones, los actores se reparten entre: poblaciones directamente afectadas (agricultores familiares, pastores, comunidades forestales); los ciudadanos en general, las autoridades en los diversos niveles administrativos, las OIG, y las empresas nacionales y multinacionales.
Es en nombre del interés general (crecimiento económico, creación de empleo, aumento de la producción de alimentos) que los Estados, las OIG y las empresas justifican el papel de la agricultura capitalista a gran escala y, por lo tanto, la necesidad de asignarle grandes superficies. En este discurso dominante, se concede un pequeño lugar a la agricultura familiar, siempre y cuando esta siga siendo « competitiva » a la par de una agricultura capitalista a gran escala, mucho mejor equipada para desarrollarse. En esta competencia, es la agricultura capitalista a gran escala la que marca el ritmo, a pesar de su reducida contribución a la creación de riqueza.
Utilizando varios ejemplos, hemos demostrado lo engañoso que es el discurso dominante que considera que sólo la producción agrícola asalariada capitalista en gran escala (incluidas sus formas derivadas, como la agricultura por contrato) puede contribuir al desarrollo.
Hemos visto que la producción agrícola capitalista no produce tanto valor añadido por hectárea como la producción familiar/agrícola y que su desarrollo se basa en el uso masivo de combustibles fósiles y recursos no renovables y hemos subrayado que se desarrolla principalmente en zonas de bosques ricas en biodiversidad, contribuyendo seriamente al agravamiento de los actuales problemas ambientales mundiales.
La « producción en gran escala » debe su aparente superioridad únicamente a su capacidad de explotar a los trabajadores, de apropiarse de las rentas naturales y de las políticas públicas, y a la distribución del valor añadido que beneficia de manera abrumadora a los propietarios del capital de sus empresas.
Finalmente, comprendimos que la generalización de este modelo de producción en la superficie del mundo llevaría a una situación de desempleo totalmente insoportable. Independientemente de los graves problemas de violación de los derechos humanos que a menudo se denuncian, el modelo de producción agrícola capitalista a gran escala que utiliza mano de obra asalariada es, por lo tanto, globalmente incompatible con el interés de la humanidad en su conjunto.
También recordamos que la liberalización del comercio mundial de productos agrícolas y la transformación de la tierra en una mercancía contribuían directamente a la creación de una situación insostenible, poniendo en competencia entre sí a productores con niveles de productividad cada vez más desiguales.
A pesar de todo esto, los Estados siguen promoviendo cada vez más tratados de libre comercio. La mayor parte de ellos ofrecen facilidades a los grandes inversionistas nacionales o internacionales para acceder a la tierra o para perpetuar situaciones más o menos antiguas de gran desigualdad en el acceso a la tierra: nuevos códigos de la tierra, programas de titularización masiva de la tierra, cartografía de las tierras « disponibles », bancos de tierras, exenciones fiscales, subvenciones, desregulación de los mercados de tierras, etc. Los principales organismos internacionales (el Banco Mundial, entre otros) recomiendan que los Estados potencialmente « receptores » se adapten a las necesidades de los inversionistas.
Hemos citado ejemplos de la violencia física que las autoridades y, a veces, los propios inversionistas, utilizan en algunos casos (desalojos forzosos, destrucción de pueblos y reconcentración en aldeas urbanizadas, represión de protestas, etc.). Esta violencia física es la manifestación más visible de las relaciones de dominación y explotación en que se basan las situaciones de acaparamiento: los actores dominantes (autoridades, inversionistas, OIGs), al decidir el marco normativo que regula el desarrollo del sector agrícola, justifican la asignación de las tierras, su reconversión a nuevas actividades y el desalojo de comunidades locales con las consiguientes consecuencias para ellos y para el conjunto de la población (pobreza, desempleo, inseguridad alimentaria, barrios marginales, emigración, etc.).
Estas diversas situaciones, podrían dar lugar al nacimiento de un sentimiento de impotencia. La correlación de fuerzas y el balance de poder son tan desequilibrados que podría parecer imposible oponerse al acaparamiento de tierras. ¿Cómo actuar sobre estas prácticas cuando se llevan a cabo por actores poderosos, especialmente si se ha demostrado que pueden reprimir violentamente a las contestaciones populares?
Sin embargo, abundan los ejemplos de movilización y oposición a estos procesos, tanto hoy como en el pasado. Estos ejemplos demuestran que también existen estrategias de acción para aquellos que sufren los acaparamientos. Para poder obtener resultados, estas tienen que basarse en un buen conocimiento práctico de los mecanismos de dominación. En este sentido, puede ser útil el realizar una cartografía de actores que evidencie las relaciones que mantienen entre ellos, con un nivel de detalle suficiente para un mejor análisis de la situación.
Durante la tercera semana del curso, trataremos de los diferentes tipos de respuestas que se dan a las situaciones de acaparamiento. Nos interrogaremos sobre la capacidad de los afectados para actuar, a pesar de las limitaciones impuestas por las instituciones sociales. A partir del estudio de casos concretos, se tratará de discutir sobre las condiciones en las que estas tienen lugar, así como las razones de su fracaso o su éxito.
Semana 3. Lo que hay que recordar…
Hemos demostrado en esta parte del curso que la agricultura por contrato probablemente favorecerá las situaciones de concentración de la tierra, ya que excluye al segmento más pobre del campesinado, como en el caso de la India, y reduce la autonomía en el uso de sus tierras de los campesinos que se « benefician » de ella.
Además, hemos visto que los principios de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) y las Directrices Voluntarias del CSA (DV), si bien permiten reducir los impactos negativos del acaparamiento de tierras, no logran cambiar en profundidad la estructura de las relaciones de poder que están en el centro de los fenómenos de los acaparamientos. La RSE deja a las empresas privadas la tarea de autorregularse, sin necesidad de marcos vinculantes. Del mismo modo, las DV no son vinculantes y su aplicación queda a discreción de los Estados.
En general, las principales instituciones internacionales, como el Banco Mundial y la FAO, contribuyen a impulsar los acaparamientos de tierras, ya que reconocen la necesidad de promover la inversión agrícola privada y la desregulación de las economías en los países en desarrollo. Por ello, estos actores no parecen ser creíbles en su rol de defensores de la agricultura campesina. De hecho, los mecanismos que promueven no parecen susceptibles de ser los vectores de transformaciones estructurales de las situaciones actuales.
Por otro lado, considerar que existen “bienes comunes” a diferentes niveles puede ayudar a cambiar estructuralmente el equilibrio de poderes, y a construir opciones para un acceso más equitativo a la tierra. El estatuto de “bien común” es útil para enfrentar la exclusión del acceso a la tierra que viven muchos campesinos en el mundo, y favorecer modelos de agricultura que mejor proporcionan a la sociedad de bienes materiales, pero también bienes públicos. También requiere fortalecer las diversas comunidades o las diversas instituciones que son indispensables para asegurar su sostenibilidad.
Un cambio sustancial en la correlación de fuerzas será necesario para cambiar en profundidad la estructura social y lograr establecer una verdadera regulación del acceso a la tierra, que permita que la distribución de los derechos de uso de la tierra sea siempre compatible con el interés de la humanidad en su conjunto. Este es el desafío que la ILC se ha propuesto trabajar para construir a distintos niveles las condiciones para un cambio político inclusivo que satisfaga los intereses de las poblaciones: lo que en inglés se llama People-centred Land Governance (gobernanza centrada en la gente). Si en algunos casos ha sido a través del uso de la violencia directa (por ejemplo, la lucha armada) que la reversión en el acceso desigual a la tierra ha sido posible, en muchos otros ha sido a través de la no-violencia y la desobediencia civil.
Potencialmente todos los grupos tienen algún poder. La pregunta sigue siendo ¿cómo cambiar las relaciones de poder por medios no-violentos? Una distribución desigual del poder se basa en múltiples formas de “apoyos” de naturalezas diversas (subsidios, marco legal, acceso a préstamos, etc.). Es generalmente eliminando estos “apoyos” que resulta posible revertir una estructura de poder desequilibrada.
Solo lo hemos mencionado, pero debe tomar en cuenta que en el contexto globalizado que conocemos, un retorno al nacionalismo y el cierre general de las fronteras parece ser extremadamente peligroso y, podría probablemente resultar siendo contra productivo. El desafío de construir nuevos métodos de gobernanza global parece inevitable, tanto para abordar los problemas de concentración y acaparamiento de tierras que hemos analizado, como también aquellos relacionados con el calentamiento global y el colapso de la biodiversidad.