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Escrito por: Chantal Jacovetti, Massa Koné
Organizaciones: Coordination Nationale des Organisations Paysannes (CNOP), No-Vox, Communauté des sites ressources pour une démocratie mondiale (COREDEM)
Tipo de documento: Artículo / documento de difusión amplia
Este articulo es extraido de : ¡La tierra es nuestra ! Por la función social de la tierra y la vivienda. Resistencias y alternativas. Collection Passerelle, 10, Ritimo/Aitec/Citego, marzo 2014. (El informe completo esta disponible en la pagina web de la Coredem en el enlace siguiente : www.coredem.info/rubrique47.html)
De una función social de la tierra a una función comercial
La tierra, además de sus funciones productivas, ambientales y económicas, tiene una función social muy fuerte. Las sociedades se construyen gracias a la tierra y a sus recursos naturales. En primer lugar, el ser humano dio dos funciones esenciales a la tierra : una función alimentaria (caza, recolección, pesca, medicina) y una función espiritual con lugares simbólicos, de iniciación y lugares tabú.
Poco a poco la tierra ha sido domesticada, la agricultura y la ganadería se desarrollaron, lo que llevó a la sedentarización y a la noción de gestión de la tierra y de los recursos naturales. La demografía creciente y la urbanización modificaron las relaciones con la tierra, más aún teniendo en cuenta que en los últimos siglos, el capitalismo y el liberalismo se volvieron el motor de nuestras organizaciones sociales. Esta visión generó un cambio de paradigma respecto a la función de la tierra, alejándose de la función social que representaba para transformarla en un elemento sin « alma », que se puede comercializar en nombre de la especulación y del lucro, con una lógica centrada en la noción de propiedad. Por lo tanto, la Madre Tierra se encuentra completamente disociada de sus funciones sociales, pero también ambientales. La tierra como bien común pasó a ser un bien privado. ¿ Como se dio este paso en África occidental y más particularmente en Malí ?
La herencia colonial de los acaparamientos de tierras
La tierra, fuente de vida para la humanidad, tenía una función social preponderante de gestión colectiva, mediante los jefes de los pueblos que garantizaban una gestión patrimonial de la tierra : la tierra era colectiva y se repartía entre las familias o linajes, aunque la repartición solía ser discriminatoria (mujeres, jóvenes, migrantes, etc). La tierra se gestionaba en un espacio que incluía tierras agrícolas, barbechos y pastos, con derechos de uso y derechos consuetudinarios, que se transmitían de generaciones en generaciones.
Hoy en día, en muchos países de África occidental, las tierras pertenecen al Estado, lo cual dio lugar a muchos abusos para facilitar los acaparamientos de tierras, ocultando su función social así como ambiental, económica y espiritual. Este cambio surgió en el marco de la colonización. Los números varían, pero entre 80 y 200 millones de hectáreas de tierras podrían ser devueltas a 26.7 millones de familias como mínimo, a razón de 3 há 1 de tierra cultivable/irrigada por familia 2. Los 14 millones de dólares registrados en 2006, sólo en agro-combustibles y los 11 millones de dólares concedidos en subvenciones podrían beneficiar a más de 4.5 millones de familias para desarrollar una agricultura campesina sostenible basada en la promoción de la agro-ecología. No nos olvidemos que el mundo rural representa el 80% de la población, el 75% de los empleos y más del 40% del PIB en los países de África occidental en general.
En Malí, las tierras son rematadas por el Estado. Aparecen en mapas geográficos diseñados especialmente para los inversores a partir de datos satelitales. ¿ Cómo se puede afirmar, en base a un mapa, que estas tierras cultivables están disponibles ? Desde hace generaciones, estos espacios cultivables han sido ocupados por familias campesinas y preservados mediante una gestión colectiva, caracterizada por una sabiduría y prácticas agrícolas respetuosas del medioambiente y de los territorios.
Millones de hectáreas de espacios de vida acogen actividades que no son visibles desde el cielo : las sendas y las zonas de trashumancia, las actividades de recolección (alimentos, plantas y árboles medicinales), los bosques, los barbechos, la caza, la pesca, los sitios sagrados, el equilibrio natural de los ecosistemas no existen para esos mapas satelitales.
Más importante aún, las maneras de vivir, la cultura y los saberes de las poblaciones locales son ocultados : estos territorios están gestionados según los derechos de uso ancestrales que no se han formalizado en un registro de la tierra. Como durante la colonia francesa, se deduce que estas tierras están « vacantes y sin dueños ».
Incremento de los acaparamientos de tierras en Malí
Este postulado estatal de pertenencia ha facilitado los acaparamientos de tierras, los cuales se han multiplicado en los últimos años. El Estado desaloja las y los habitantes sin respetar ninguna disposición reglamentaria, y menos aún las convenciones internacionales y los derechos humanos.
Ya sea en zona urbana, periurbana o rural, las y los habitantes se encuentran expoliadas de sus tierras y de sus viviendas en nombre de la urbanización, de las rehabilitaciones de barrios, de proyectos agro-industriales, en la mayoría de los casos mediante el uso de las fuerzas armadas.
De hecho, la corrupción, las relaciones de las élites con las administraciones y la justicia, además del uso de las fuerzas del orden, son las tres herramientas utilizadas por el Estado y los inversores en detrimento de las y los habitantes. En los últimos diez años, aparecieron como por arte de magia, títulos de propiedad, en algunos casos hasta tres veces para la misma parcela. La impunidad de estos actos y la desorganización del Estado que no garantiza el respeto de la ley, provocan situaciones catastróficas en el terreno. Las políticas públicas que deberían regir y proteger el pueblo maliense han sido corrompidas en beneficio de políticas privadas que solo piensan en su propio interés.
Urbano, periurbano, rural : terrenos acaparados por la especulación
El fenómeno de acaparamiento de tierras no solo ocurre en zonas rurales. En zona urbana, barrios enteros han sido acaparados para saciar los apetitos de los promotores inmobiliarios bajo el pretexto, en la mayoría de los casos, del « embellecimiento » de las ciudades, mediante proyectos como un aeropuerto o supermercados, provocando grandes olas de desalojos forzados. Esta forma de « mejora » de los barrios se traduce con expulsiones, demoliciones de casas y una mayor plusvalía para los promotores, todo eso con la complicidad de las administraciones locales para alojar una nueva categoría de habitantes, excluyendo una parte de la población de forma violenta y en la mayoría de los casos, sin compensación y/o realojamiento.
En un contexto de expansión de las ciudades, el periurbano también suscita un fuerte interés y todos los espacios agrícolas de estas zonas, incluso los pueblos, se encuentran involucrados en tratos o más bien compadrazgos en desmedro de las y los habitantes.
Los acaparamientos de tierras tienen efectos desastrosos. Sus impactos nefastos demuestran cuanto la función social de la tierra es un factor fundamental para la vida de los pueblos y de los territorios urbanos y periurbanos.
En este contexto, la Unión UACDDDD, que ya organiza una coordinación de todos los habitantes de los barrios de Bamako en amenaza de desalojos masivos, decidió desde hace unos años, realizar un trabajo de terreno, pueblo por pueblo, para crear solidaridad y luchar colectivamente con los campesinos y las campesinas de los pueblos amenazados de acaparamientos y destrucciones. Hoy, cerca de 300 pueblos se unieron a la Unión UACDDDD No-Vox Malí.
En esta línea, los movimientos, asociaciones y sindicatos han creado la CMAT 3 para compartir análisis y actuar juntos. En base a un estudio realizado colectivamente en varias comunidades rurales afectadas por acaparamientos de tierras y apoyadas por la CMAT en su lucha, hacemos la siguiente constatación :
— Las y los habitantes se dan cuenta ahora que no están considerados/as como actores y actrices de pleno derecho y que los acaparamientos de tierras ocurren sin consultación ni concertación. Así mismo, miles de mujeres y hombres están ignorados/as ante los apetitos de los inversores que actúan siempre con la complicidad de los gobiernos y de las autoridades locales.
— Además de perder sus tierras y el acceso a sus recursos naturales y puntos de agua, las y los habitantes sufren represiones : mujeres embarazadas han perdido sus bebés, algunos han sido gaseados y encarcelados arbitrariamente
durante meses.
— « Ya no nos queda nada, de toda mi vida nunca compré mijo, ahora tengo que comprar y mi taza no esta ni llena » 4. Joyas, paños y todo lo que se podía vender han sido vendidos para resistir.
— Algunas zonas consideradas como el « granero » de Malí, con campesinos y campesinas que alimentaban sus familias y también al pueblo maliense, se han convertido en zonas que ya no son suficientemente productivas para garantizar su soberanía alimentaria. El arroz ha remplazado las cereales de base, el mijo y el sorgo.
— Las y los campesinos/as, a veces, dejan el pueblo para irse a trabajar en otros campos a más de 20 kilómetros.
— Las mujeres jóvenes se van a los centros urbanos para ser explotadas como mucamas.
— Los hombres jóvenes y viejos arriesgan su vida trabajando en la extracción de oro, intentando cruzar el Mediterráneo o incluso enrolándose en grupos armados.
— Las obras de los inversores perturban las vías de tránsito usuales. Por ejemplo en Sanamadougou, el inversor Modibo Keita construyó un canal sin puente, obligando a las y los habitantes a recorrer 10 km adicionales para llegar a un pueblo o a otros lugares como el consultorio a 40 km. Ya ha fallecido un joven padre de familia por ahogo y las fuerzas del orden instaladas en el edificio del inversor han creado varias molestias en la vida cotidiana de las y los habitantes.
— Los productos químicos pulverizados en los campos acaparados provocan enfermedades en la mujeres y niños que no tienen los recursos para una atención médica.
— Los buldózeres han destruido cosechas, árboles, casas, cementerios, sitios de culto, etc.
Los acaparamientos de tierras han pisoteado totalmente la función social de ésta. Las mujeres y los hombres se cuestionan sobre su rol social y su lugar como ciudadano/a en su propio país. La organización social y la identidad territorial están totalmente replanteadas. Los derechos consuetudinarios están negados, incluso el papel de los jefes de los pueblos. Como consecuencia directa de tal situación, el rol de cada miembro del pueblo o territorio se ve perturbado y esto suele provocar desmembramientos en las familias.
La tierra es un reto central en Malí. La lucha de los movimientos, asociaciones y sindicatos reunidos en la CMAT para el respeto y la aplicación de los derechos de las y los habitantes en zonas urbanas y rurales toma distintas formas, encuentros, protestas, asistencia jurídica, y cuenta con la solidaridad internacional.
1 En África y Asia, la media es de 1.6 há (Libreta de reuniones Vía Campesina, Sao Paulo, del 21 al 30 septiembre 2011).
2 Una familia esta compuesta con 20 a 30 miembros, de los cuales 2 o 3 son activos y forman una pareja.
3 CMAT : La Convergencia Maliense contra los Acaparamientos de Tierras esta compuesta por 5 organizaciones : AOPP : Asociación de Organizaciones de Profesionales Campesinas, CAD-Malí : Coalición de Alternativas Africanas, CNOP-Malí : Coordinación Nacional de Organizaciones Campesinas de Malí, LJDH : Liga de Jóvenes Juristas par el Desarrollo Humano y UACDDDD : Unión de Asociaciones y Coordinaciones de Asociaciones para el Desarrollo y la Defensa de los Derechos de los Despojados.
4 Todos los testimonios son de victimas de acaparamientos de tierras y han sido recolectados durante numerosos viajes y encuestas en los pueblos.