Estado y sociedades civiles, acceso a la tierra y desarrollo rural: reforzar las capacidades para nuevas formas de gobernanza

Resumen

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Luchar eficazmente para reducir el hambre y la pobreza en el mundo supone haber comprendido que las verdaderas causas de la inaceptable situación actual están ligadas a la competencia existente en el mercado mundial entre agriculturas con niveles de productividad muy diferentes. Millones de productores, grupos sociales enteros, pierden todo acceso a la tierra y a los recursos naturales que suponían su medio de vida y se destruyen en masa y de manera irreversible las formas de producción campesinas. Puesto que históricamente se ha demostrado que éstas son las más adecuadas para satisfacer las necesidades alimentarias de la humanidad y para conservar los recursos naturales, es fundamental y urgente frenar esos procesos. La crisis económica, social y ecológica amenaza la paz y la supervivencia de la humanidad. Encontrar soluciones para esta crisis constituye el reto principal durante los próximos años.

El documento expone las principales necesidades de fortalecimiento de la capacidad de los Estados y de las sociedades civiles que son esenciales para un desarrollo rural sostenible. En la actualidad, ni los Estados ni los Organismos Internacionales están en condiciones de aplicar políticas capaces de detener la dinámica de reducción masiva del acceso a la tierra y a los recursos naturales. Tampoco saben cómo impulsar procesos eficaces para la corrección de las desigualdades que no cesan de aumentar. Ya que mantener el discurso en el plano general no permite avanzar en el debate, el documento enumera y analiza brevemente aspectos neurálgicos con el fin de precisar la naturaleza de las diversas necesidades de nuevas competencias. Los procesos de reforma agraria redistributiva son necesarios ahora más que nunca, pero exigen unas condiciones políticas concretas y a menudo pasajeras que hay que saber aprovechar. Es posible también intervenir permanentemente de otra manera: luchando contra las apropiaciones ilegales, regulando los mercados de tierra y garantizando los derechos de uso de los productores, y no sólo los de los propietarios del suelo. Hoy en día se hacen indispensables políticas que se adecuen a la evolución de las estructuras agrarias y sean compatibles con el interés de la mayoría. Sin embargo, los derechos de los ciudadanos del futuro y las alternativas a la situación actual deben ser construidos desde la base mediante la lucha de las organizaciones de productores y campesinos y gracias a las innovaciones de la sociedad civil. Dichas organizaciones han jugado siempre un papel fundamental en la construcción de nuevos marcos jurídicos y nuevas políticas. Dado el rápido desarrollo de la historia, también ellas deben reforzar sus capacidades para ser más eficaces.

El análisis de las premisas de las nuevas formas de gobernanza muestra claramente que ni los Estados ni las sociedades civiles lograrán afrontar por sí solos los desafíos del siglo XXI.

Sobre la base de las experiencias más avanzadas en la articulación de las relaciones entre los Estados y las sociedades civiles, el presente documento desarrolla un marco conceptual para nuevas formas de regulación y gestión en busca de un desarrollo rural sostenible y equitativo. El diálogo a nivel territorial, el diálogo vertical entre niveles, la subsidiariedad activa y la autonomía a cambio de responsabilidad constituyen sus elementos principales y complementarios. De este modo se hace posible proponer un primer borrador sobre acciones y programas destinados a reforzar las competencias de los actores desde la perspectiva de la puesta en práctica de esas nuevas formas de gestión. Entre estas propuestas se encuentran la creación de un Observatorio, responsable de asegurar la dimensión mundial del proceso de aprendizaje para una buena gestión de las zonas rurales, la creación de mecanismos que obliguen a los Estados a aplicar políticas adecuadas y a dar cuenta de ellas, así como el fortalecimiento de las organizaciones campesinas y rurales.

El documento concluye con la siguiente pregunta: para que tales propuestas puedan aplicarse, ¿no habría que poner en tela de juicio ciertas ideas dominantes, abordar desde la raíz el problema de la pobreza corrigiendo los efectos devastadores del mercado mundial, renunciar al mito de la propiedad absoluta de la tierra para reinventar nuevas formas de gestión adecuada del territorio y abandonar la falsa ilusión de un mercado perfecto de la tierra y de los recursos naturales? Éste es el debate principal, pues la formulación de respuestas a los desafíos actuales sólo se podrá hacer de forma plural, desde la dinámica de alianzas cada vez mayores que superen ineludiblemente el medio rural.