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Escrito por: Equipo asalariado de AGTER
Fecha de redaccion:
Organizaciones: Association pour contribuer à l’Amélioration de la Gouvernance de la Terre, de l’Eau et des Ressources naturelles (AGTER)
Tipo de documento: Boletín informativo
En los últimos días, los debates sobre la gobernanza de los recursos naturales y el futuro de nuestro planeta se han centrado a nivel mundial en la celebración de la Conferencia sobre el Clima de las Naciones Unidas, la COP21. La adopción por 195 delegaciones nacionales de un texto común sobre el camino a seguir y de un acuerdo que se someterá a la firma de los Estados desperto tanto mucho entusiasmo como muchas reservas. Greenpeace Francia, en un artículo titulado « El futuro a media tinta », retoma la expresión de un periodista de The Guardian que resume estas diferentes percepciones en los términos siguientes : « En comparación con lo que podría haber sido, este acuerdo es un milagro. Comparado con lo que debería haber sido, es un desastre « . ¿ Es el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático el primer ejemplo, como se esperaba, de respuesta universal adaptada para hacer frente a los desafios ambientales y sociales de nuestro tiempo ? Hasta que no hayamos sido capaces de hacer un análisis más a fondo del texto y de las diferentes reacciones que provoca, les entregamos un primero comentario a la luz de nuestros trabajos anteriores.
El acuerdo fue presentado como vinculante por el Presidente de la COP21, pero las medidas propuestas no obligan realmente en nada a los estados que lo firmarán. El uso del condicional en varias ocasiones en el proyecto lo demuestra. Al parecer, los compromisos de los estados se limitan a 3 puntos :
Revisar periódicamente sus ambiciones de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, no pudiendo bajar sus objetivos anteriores.
Publicar periódicamente una estimación la más precisa posible de sus emisiones reales.
Participar en una variedad de mecanismos destinados a hacer el seguimiento de las medidas adoptadas para lograr el objetivo común, definido en el largo plazo, de mantener el calentamiento global por debajo de 2 grados centígrados con respecto a los niveles preindustriales.
El acuerdo reconoce de aquí en adelante la adaptación al cambio climático al igual que la mitigación y la existencia de pérdidas y daños asociados con este ultimo, pero la movilización de los fondos no se traduce en objetivos cuantificados. Sólo esta reafirmado en la propuesta el hecho de considerar como un minimo los 100 mil millones de dolares previstos en 2009 para contribuir a la adaptación de los llamados “paises en via de desarrollo ».
Por otra parte, los expertos dicen que los compromisos nacionales actualmente presentados solo permiten limitar el calentamiento medio a 3 grados. Ninguno dispositivo de sanción para los Estados que no respetan sus compromisos se ha establecido, o incluso discutido como una necesidad para el futuro próximo. Los Estados tampoco han empezado a organizar la puesta en común de los recursos financieros necesarios para hacer que cada uno de ellos pueda equitativamente poner en práctica la indispensable transición energética agroecológica y para acabar progresivamente con la extracción de combustibles fósiles.
A nosotros nos « gustaría » creer en el milagro, nos « gustaría » unirnos a Laurence Tubiana en su apreciación del acuerdo como una « profecía autocumplida », pero el camino que queda por delante para evitar el desastre será largo y lleno de obstáculos.
Sólo con satisfacción se puede acoger la avanzada sobre la base de un proceso multilateral global - aunque sigue siendo muy insuficiente- y los numerosos intercambios que tuvieron lugar con las representaciones de la sociedad civil -aunque las propuestas que llevaba fueron poco consideradas y fueron reprimidas ciertas manifestaciones. Este es un camino futuro más prometedor que las negociaciones secretas llevadas a cabo entre algunos Estados bajo la influencia directa de poderosos grupos de presión de empresas multinacionales, como es el caso en torno a los nuevos acuerdos comerciales en construcción. Pero las dificultades del proceso de la COP21 sobre el clima demuestran que es todo el sistema de gobernanza internacional de las « Naciones Unidas » que necesita ser perfeccionado. Simples mejoras al margen no serán suficientes para asegurar el futuro común de la humanidad.
Si los estados tienen funciones vitales que asumir, debemos dejar de esperar que las representaciones que les dirigen tomen las decisiones apropiadas. Los movimientos ciudadanos organizados en torno al reto del cambio climático parecen conscientes de la necesidad de construir una ciudadanía transnacional para que los estados vayan más allá de la defensa de sus propios intereses individuales. Conviene establecer verdaderas normas comunes para resolver los problemas de exclusión y de pobreza, y para defender nuestro territorio común, la biosfera, frente a amenazas que corren el riesgo de volverla inadecuada para la supervivencia de la humanidad. Por lo tanto, tenemos que dotarnos de normas verdaderamente vinculantes, protegidas por jueces supranacionales cuyas decisiones no podran ser evitadas ni por los estados ni por las empresas. Es posible, como lo muestra el derecho del comercio internacional y de la inversión transnacional. ¿Cómo no ver en esto un reto importante y urgente?
Los intervalos de tiempo especificados por el acuerdo de París nos hacen correr el riesgo de no ir lo suficientemente rápido para evitar que los procesos se vuelven irreversibles. La búsqueda del beneficio a cualquier precio nos lleva cada vez más hacia la apropiación excluyente y destructiva de los recursos naturales. Son incluso los del espacio que ahora buscan los más eficaces en este juego, con la aprobación del Space Act por el Congreso de Estados Unidos, justo cuando se celebraba la conferencia de París.
AGTER no ha trabajado directamente sobre la cuestión del clima, pero la asociación esta comprometida desde hace 10 años en la lucha contra el acaparamiento de tierras y para la protección de los derechos a la tierra y a los recursos de sus usuarios, campesinos, ganaderos nómadas, pescadores familiares, comunidades forestales. Estos actores desempeñan un papel fundamental en la lucha contra el calentamiento global. Son las grandes explotaciones que más contribuyen al calentamiento global, mientras que, en su mayoria, los pequeños agricultores, pequeños ganadores, pescadores artesanales y pueblos indígenas participan desde siempre en una gestión sostenible de los recursos naturales, la cual va de la mano con el secuestro del carbono en los suelos, los bosques, los océanos.
Sus conocimientos y prácticas serán indispensables para que nuestra sociedad en su conjunto pueda operar los cambios necesarios en su modo de vida. No habrá progresos notables contra el cambio climático solamente sobre la base de « avances tecnologícos " y del “desarrollo de capacidades », elementos centrales del acuerdo de París. Crecimiento, consumo y beneficio nos llevan a un colapso global. Tenemos que cambiar tanto de paradigma de desarrollo como de mecanismos de gobernanza global.
Estos objetivos son similares a los que hemos colocado en el centro de la dinámica del Foro Global sobre Acceso a la Tierra y Recursos Naturales FMAT, 2016 (31 de marzo, 1 y 2 de abril, en Valencia, España). Hoy en día, más de 400 organizaciones de agricultores y la sociedad civil, 9 instituciones gubernamentales y más de 500 personas de los 5 continentes llaman a participar en este foro. Se trata de construir propuestas y alianzas para comenzar a detener los fenómenos de concentración de las tierras y de despojo de las poblaciones rurales y de los bosques, que constituyen también, como el calentamiento global, una amenaza global para la humanidad.
Diversos
La jornada de debates sobre el acaparamiento y la concentración de tierras en Europa, organizada por AGTER y el CERAI en el Comité económico y social europeo, se celebró con exitó el ultimo 16 de noviembre.
El acta de las discusiones se está redactando. Se lo transmitiremos en un próximo boletín de información.