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Una publicación de la C2A (Coordination Sud)
Escrito por: Michel Merlet, Frédéric Apollin, Patricia Toelen, Yves Richard
Fecha de redaccion:
Organizaciones: Association pour contribuer à l’Amélioration de la Gouvernance de la Terre, de l’Eau et des Ressources naturelles (AGTER), Groupe de Recherches et d’Echanges Technologiques (GRET), Agronomes et Vétérinaires Sans Frontières (AVSF), Coordination nationale des ONG françaises de solidarité internationale (Coordination Sud)
Tipo de documento: Artículo / documento de difusión amplia
Presentación del articulo
Desde el 2011, el grupo de trabajo « Agua Agrícola » (AVSF, Gret, Agter) de la Comisión Agricultura y Alimentación (C2A) de Coordination Sud trabaja en la construcción, promoción y difusión de argumentos a favor del acceso al agua por parte de la agricultura campesina del Sur.
El grupo recuerda que ¡no todos los campesinos desperdician el agua ! Al contrario, los campesinos del mundo tienen los conocimientos tradicionales colectivos e individuales que permiten buenos resultados en cuanto a la gestión sostenible del agua al servicio de la colectividad. Estos conocimientos y prácticas deberían ser reconocidos y promovidos frente al modelo agrícola intensivo en capital y gran consumidor de agua que domina los debates e influye sobre las políticas. El agua es un bien común que tiene que servir al interés general antes que todo y cuya distribución no puede estar subordinada al mercado.
Se recuerda la necesidad de un enfoque económico del agua agrícola. Los autores examinan, partiendo de varios ejemplos, como se puede estudiar la eficiacia económica del uso del agua agrícola, cual es la riqueza neta creada, como esta se distribuye entre los actores, y que efectos indirectos pueden generar las distintas modalidades du uso del agua.
La eficiencia económica del uso del agua agrícola es un criterio importante para orientar las políticas y programas de inversión, para favorecer un tipo de uso o de usuarios, pero hay que admitir que los análisis y medidas hasta hoy empleados tanto por los actores públicos como privados implicados en el regadío, toman parcialmente en cuenta el conjunto de elementos mencionados : valor agregado creado por ha y m³ de agua, modalidades de redistribución y empleos generados, externalidades generadas (positivas o negativas).
Para ello, es importante incluir de entrada en los estudios de sistemas agrarios los efectos colaterales y los beneficios y costos inducidos. No se puede considerar únicamente la cuenca hidrográfica donde se recoge el agua, sino ampliar su mirada y análisis en las otras cuencas donde el agua es redistribuida. Esto implica que es necesario situar la realidad que se observa en los ciclos del agua que es utilizada.
Cabe señalar que se deben utilizar precios que corrijan la mayoría de los efectos artificiales producidos por los subsidios o por la existencia de mercados no competitivos.
Por último, tener en cuenta las generaciones futuras y el largo plazo requerirá unos análisis que no podrán basarse únicamente sobre evaluaciones cuantitativas.
En estas condiciones, presumir que el agua puede considerarse una mercancía como las otras no tiene sentido. Tampoco se trata de un bien público al cual todos tendrían acceso gratuitamente. Es a la vez un bien público, un bien común, y a veces común a varias comunidades distintas, y un bien privado. Pero no se habla de la misma agua en cada caso, aunque todas sean constituidas esencialmente de moléculas H2O.
Son esas diferencias que tenemos que subrayar si queremos profundizar la reflexión acerca de la justicia social del agua y entender cuándo y cómo el acceso al agua agrícola para los pequeños productores presenta – económicamente hablando- un interés para la humanidad en su conjunto.
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